"Epigrafista" es la persona aficionada o versada en epigrafía (y la epigrafía es la ciencia que estudia los textos escritos sobre materiales duros - piedra, metal).

La epigrafía nos pone en contacto con las ideas de nuestros antepasados sin intermediarios, sin manipulaciones. Los textos en papel, (que los estudia la paleografía), en cambio, de tanto copiarse suelen contaminarse con aportaciones de sus respectivos copistas.



Bienvenidos a mi mundo, al mundo de EL EPIGRAFISTA.

lunes, 6 de enero de 2014

Un seguro de vida...eterna


  En la exposición de la Villa de los Papiros de las Naves del Matadero (Madrid) pude fotografiar esta placa funeraria, encontrada en Talavera de la Reina (Toledo), aunque actualmente pertenece a los fondos del Museo Arqueológico Nacional de Madrid. Por el tipo de letra utilizado probablemente se debió fabricar a principios del siglo II d.C.

La inscripción en latín dice:

Dis · Manib(us) / Antonius · Severus / Segisamensis / All[i]ae matri Severae sorori / Antonio · avonculo Valeriae · ux(ori) / Severino · f(ilio) · an(norum) · XXI / et · sibi · an(norum) LXXVIII / hoc munimentum · her(edem) / non · sequetur.


La traducción al castellano que propongo es:

A los dioses Manes. Antonio Severo, segisamense, a su madre Alia, a su hermana Severa, a su nieto Antonio, a su esposa Valeria, a su hijo Severino de 21 años y para sí mismo de 78 años. Que este monumento no pase a ningún heredero.

   La parte más interesante del texto son las dos últimas líneas, no sólo por contener un error ortográfico notable (munimentum en lugar del obvio monumentum) que corrobora que los lapicidas no se preocupaban apenas por la ortografía, tal vez en este caso por tratarse de un lapicida indígena que no dominaba el latín. Lo verdaderamente llamativo está en el sentido de la última frase del texto de la placa, que en cambio tiene el campo epigráfico muy bien organizado en líneas regulares (el marmolista hizo una buena ordinatio).

   Resulta llamativo  el hecho de que el dedicante de la placa, Antonio Severo, consagra y dedica el monumento a una serie de familiares suyos ya fallecidos (el orden puede ser aleatorio o tal vez es el orden en el que sus parientes fueron muriendo): así, comienza con su madre, siguiendo con su hermana, su nieto, su esposa y su hijo - el único del que aparece el dato de la edad de su muerte (sólo 21 años), lo que quizá denota que esta muerte le resultó especialmente dolorosa - y termina la serie dedicándoselo a sí mismo cuando el propio Antonio Severo muere a los 78 años, lo que nos asegura que lo encargó estando vivo.

   Bien, pues es muy curioso que después de alabar a toda esta serie de parientes suyos que habían muerto antes que él, termina el texto con la fórmula "que este monumento no pase a ningún heredero". Parece un acto bastante egoísta (aunque es una fórmula que se encuentra en bastantes monumentos funerarios romanos).

   Es evidente que de manera indirecta nos está haciendo ver que cuando Antonio Severo muere o bien aún debían de quedarle otros parientes vivos (¿otros hermanos? ¿otros hijos? ¿la familia política de su esposa?) o bien que temía que alguien ajeno a la familia se hiciera con la posesión de esta placa de mármol.

   Si aceptamos la primera hipótesis, la explicación del uso de esta fórmula probablemente haría ver que las relaciones con quienes podrían ser sus posibles herederos no debían de ser buenas, ya que o bien no desea que esta valiosa placa funeraria de mármol quede en poder de quien pudiera heredar sus bienes, o bien no quiere que esos posibles herederos reutilicen la placa (borrando el texto y revendiéndola o haciendo algo con ella que por la razón que sea le resultaba a Antonio Severo una amenaza para la conservación del recuerdo de sus seres queridos y de sí mismo).

   El mismo destino podría tener la placa si en cambio aceptamos la otra hipótesis, es decir, que alguien ajeno a la familia (¿un funcionario del estado romano?) pudiera hacerse con los derechos legales sobre la posesión de esta placa de mármol. En este sentido, el dato de la edad de su hijo incluso permite especular con la posibilidad de que Antonio Severo esperaba que su joven hijo fuera su heredero, pero que al morir el hijo joven, antes que el padre, esto le amargase sus últimos días y le llevara a no hacer  testamento, pero quisiera dejar constancia de que en ningún caso esta placa podría quedársela algún representante del estado o de la ciudad en que la placa se exponía.

  En cualquier caso, la conclusión a la que podemos llegar es que la inclusión de esta fórmula, que busca asegurar que, una vez muerto el dedicante, nadie se haga con el control de este objeto, probablemente no responda a un acto trapacero de aparente tacañería económica, sino a un deseo de tipo religioso o simplemente sentimental en donde Antonio Severo buscaba asegurar que todos los que él verdaderamente quería no quedasen en el olvido.

   Si eso fue así, Antonio Severo ha conseguido su objetivo, porque ahora tú, lector de este blog, al releer el texto de la placa  has liberado a todos los que aparecen nombrados en ella de la "segunda muerte", la muerte en el olvido, la que realmente más temían los romanos.

   (Por cierto, en la placa se dice que Antonio Severo procedia de la ciudad de Segisamo, situada en el noroeste de Burgos. Pero por alguna razón la vida le llevó con su familia al oeste de Toledo, donde se encontró esta placa. Otro testimonio de la movilidad de los hispanos facilitada por la romanización del territorio).