"Epigrafista" es la persona aficionada o versada en epigrafía (y la epigrafía es la ciencia que estudia los textos escritos sobre materiales duros - piedra, metal).
La epigrafía nos pone en contacto con las ideas de nuestros antepasados sin intermediarios, sin manipulaciones. Los textos en papel, (que los estudia la paleografía), en cambio, de tanto copiarse suelen contaminarse con aportaciones de sus respectivos copistas.
Bienvenidos a mi mundo, al mundo de EL EPIGRAFISTA.
La epigrafía nos pone en contacto con las ideas de nuestros antepasados sin intermediarios, sin manipulaciones. Los textos en papel, (que los estudia la paleografía), en cambio, de tanto copiarse suelen contaminarse con aportaciones de sus respectivos copistas.
Bienvenidos a mi mundo, al mundo de EL EPIGRAFISTA.
lunes, 6 de febrero de 2012
Un contubernio
Los esclavos también se morían: esta afirmación puede parecer estúpida, pero como casi todas las inscripciones que comenta el epigrafista son de ciudadanos libres no está de más decirlo.
Según las leyes romanas, los esclavos ni siquiera eran considerados personas, eran res,es decir, "objetos". Por ello sus relaciones sociales no tenían ningún reconocimiento legal. Ni siquiera podían casarse, aunque se les permitía tener una compañera a la que se le llamaba contubernal.
Esta unión "de hecho" entre esclavos se conocía entonces como un contubernium.
Lyda y Thaumasto fueron dos esclavos griegos de Asturica (Astorga, León)que estaban vinculados por un contubernio. Lyda había servido como esclava a un ciudadano libre de Astorga llamado Quinto Luso Saturnino, pero la muerte la sorprendió con tan sólo 28 años.
Thaumasto, desconsolado, dedicó esta placa de mármol a la memoria de su joven compañera. Quizá Thaumasto era esclavo del mismo ciudadano que Lyda y quizá con la ayuda de Saturnino costeó este monumento funerario.
Thaumasto y Lyda, por su nombres, eran esclavos de origen griego. Al menos Lyda conoció la muerte en las frías tierras al pie de la Cordillera Cantábrica, muy lejos de las cálidas tierras griegas que la habían visto nacer...
viernes, 3 de febrero de 2012
UNA INSCRIPCIÓN QUE DESPISTA
Uno de los edificios más impresionantes del mundo es el llamado Panteón de Roma. La cúpula de este templo mide unos 43 metros de diámetro y de altura tiene la misma medida, por lo que esa cúpula constituye una semiesfera perfecta. Hoy en día sigue siendo la cúpula de hormigón más grande del mundo (más incluso que la de la cercana Basílica de San Pedro).
La inscrición que aparece en la fachada del edificio es ésta:
M.AGRIPPA.L.F.COS.TERTIVM.FECIT: Marco Agrippa, hijo de Lucio, (lo) hizo en el tercero de sus consulados.
La inscripción alude al yerno de Augusto, Marco Vipsanio Agripa, y héroe de la gran batalla naval de Actium (31 a.C.), en la que la flota de Marco Antonio sufrió una derrota que dejó el terreno libre para que Augusto se hiciera con el mando único en Roma. Efectivamente existen noticias de que Agripa mandó construir un templo dedicado a la "divina" familia de los julios, en honor de su suegro, en el año 27 a.C.
Pero la inscripción es engañosa: sabemos que ese templo fue destruido por un incendio en el año 80 y por tanto lo que vemos hoy en día es la impresionante reconstrucción que mandó hacer el emperador Adriano hacia el año 125. Fue en esta reconstrucción en la que se realizó la admirable cúpula del edificio.
Así que la inscripción despista, pues es de lo poco que sobrevivió del primer edificio y puede hacernos pensar que el edificio que vemos actualmente es de finales del siglo I a.C. cuando en realidad es de comienzos del siglo II d.C. Al emperador Adriano no le gustaba llamar la atención y dejó la vieja inscripción de Agripa sin sustituirla por una nueva con su propio nombre. También en epigrafía las apariencias engañan.
El nombre de Panteón es relativamente moderno, porque ignoramos cómo se llamaba tras su reconstrucción. Parece que estaba dedicado a los cinco planetas visibles para los romanos más el Sol y la Luna, que estarían representados en las siete hornacinas que figuran en la base de la cúpula.
El día que me hice la foto que veis arriba estaban restaurando la fachada y la inscripción no podía leerse completa.
Sólo por ver este templo ya se justificaría una visita a Roma.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)