"Epigrafista" es la persona aficionada o versada en epigrafía (y la epigrafía es la ciencia que estudia los textos escritos sobre materiales duros - piedra, metal).

La epigrafía nos pone en contacto con las ideas de nuestros antepasados sin intermediarios, sin manipulaciones. Los textos en papel, (que los estudia la paleografía), en cambio, de tanto copiarse suelen contaminarse con aportaciones de sus respectivos copistas.



Bienvenidos a mi mundo, al mundo de EL EPIGRAFISTA.

sábado, 19 de julio de 2014

Sorpresas en el teatro romano de Clunia.


Hace un par de años, en el 2012,  mi hija visitó la antigua ciudad romana de Clunia, en el sur de la actual provincia de Burgos (su nombre completo en latín era el de Colonia Clunia Sulpicia). Allí hizo unas fotos que me sorprendieron agradablemente, pues yo ya había estado en un par de ocasiones en ese yacimiento arqueológico, pero de eso habían pasado bastantes años, y cuando mi hija me pasó las fotos me impresionó lo mucho que se había avanzado en la investigación y restauración de los edificios de Clunia, la capital del Conventus  Cluniacensis, región romana enclavada en el centro de la provincia Tarraconensis.

De esas fotos (todas las que muestro en esta entrada son de las que me pasó entonces mi hija) me impresionaron especialmente las del majestuoso teatro romano, edificio que a mí me había parecido espectacular, cuando lo había visto, por su tamaño. Sin duda, el teatro romano de Mérida lo supera en elegancia y en estado de conservación, pero no en tamaño: en el de Mérida podían sentarse unas 6.000 personas, mientras que en el de Clunia en su graderío podían entrar y estar cómodamente sentadas unas ¡10.000!. El dato es impactante, pues  se trataba de uno de los mayores teatros de Imperio para una ciudad de provincia que no debía tener en sus mejores momentos más de 25.000 habitantes: tengamos en cuenta, por ejemplo, que el mayor teatro del Imperio, obviamente en la capital, Roma,era el teatro de Marcelo, que tenía  capacidad para 12.000 espectadores.

De  su impactante tamaño dan fe estas fotografías:




De este teatro se sabía que se había construido durante el mandato del emperador Tiberio, por tanto debió de inaugurarse en la primera mitad del siglo I d,C.

Pero ahora vienen las sorpresas. En la década 2000-2010 se realizaron nuevas excavaciones dentro del teatro, con el fin de tratar de hacer una restauración que permitiera seguir usándolo como teatro o auditorio musical en la actualidad. Al excavar en el interior de la orchestra (ya sabéis, el espacio semicircular situado entre el graderío -cavea- y el escenario -scaena- donde se colocaban los músicos) se encontraron evidencias que hacían ver que este espacio había sido transformado tardíamente por los propios romanos: ¿por y para qué?.

En particular, se encontró una losa de piedra, cuya fotografía es la que abre esta entrada, que evidenciaba varias cosas. En primer lugar, el año en el que los romanos hicieron esta reforma. Si volvéis a ver la fotografía de la parte superior, observaréis que en la parte superior de la piedra se lee:

SENECIONE  P(ublio) APOLINARE
CO(n)S(ulibus)

cuya traducción sería "Siendo cónsules Senecio y Publio Apolinar...". Como conocemos las listas de todos los cónsules romanos, sabemos que en el año 169 d.C., momento en el en Roma gobernaba el magnífico emperador Marco Aurelio (conocido como el emperador filósofo, autor de un libro que debéis tener siempre a mano cuyo título suele  traducirse en castellano como Pensamientos o bien en otras ediciones Meditaciones), fueron elegidos cónsules Quinto Pompeyo Senecio Sosio Prisco y Publio Coelio Apolinar

Por tanto, la inscripción es una prueba fundamental (junto con otras pruebas arqueológicas cuyo comentario omito para no desviarme del tema) para saber el momento exacto en que se hizo la reforma.

Pero aún hay más: en los lados de la piedra se lee:

G(aius) TAUTIVS SEMANVS

y en la parte inferior de la piedra:

AEDIL(is)  N(ovavit)  P(ecunia)  +  +

y si sumamos todo esto tenemos la traducción completa del texto de la losa:

"Siendo cónsules Senecio y Publio Apolinar, el edil Cayo Tautio Sémano renovó (el edificio) con dinero..." y a continuación vienen dos letras imposibles de leer, donde he colocado los signos de la suma, pero que probablemente indicarían la procedencia del dinero de la reforma (podría haberse hecho la reforma con dinero público o privado y quizá eso es lo que especificarían las letras ilegibles).

El significado en conjunto nos indica que en el año 169 d.C. el edil de la ciudad de Clunia (el cargo de edil era semejante al de los alcaldes actuales), llamado Cayo Tautio Sémano, (edil muy emprendedor en esta ciudad romana, pues su nombre aparece en varias inscripciones halladas en la ciudad) hizo una renovación del teatro de Clunia, bien con dinero público (pecunia publica) o bien con su propio dinero (pecunia sua).

Lo interesante es que el verbo utilizado en la abreviatura (novavit) no indica que se hiciera una simple reforma del edificio, sino que el edil fue mucho más allá: la reforma se hizo porque al edificio se le dio un nuevo uso, una nueva función...¿cuál?

Pues la clave de nuevo está en la losa de piedra: si observáis de nuevo la fotografía superior, os daréis cuenta de que hay una incisión hecha de manera deliberada de forma más o menos circular. Pues bien, con seguridad esa incisión albergaba en su interior una argolla metálica. Sabemos que los romanos ponían estas argollas para sujetar en ellas con cadenas o cuerdas a los animales salvajes. 

Si unimos el dato de la argolla con el dato de cambio de uso que revela la inscripción a otros datos arqueológicos que nos revelan un cambio de diseño en la orchestra y también que al mismo tiempo se retiraron las cuatro primeras filas del graderío, la conclusión es clara: en el año 169 los romanos dejaron de usar este teatro para representar en él obras dramáticas y lo comenzaron a usar como si fuera un anfiteatro, es decir, para espectáculos sangrientos en donde animales salvajes luchaban entre sí o bien contra hombres, e incluso cabe presumir que también se dieron en él luchas de gladiadores.

La razón de este cambio de función la desconocemos, pero podemos intuir que este descomunal edificio no debía resultar rentable como teatro; y cuando digo rentable no me refiero únicamente a lo económico, sino también a su "rentabilidad social", entendiendo por ello que las obras de teatro no debieron llegar a interesar demasiado a los hispanorromanos de Clunia, por lo que el edil Tautio decidió darle un uso más popular al edificio. Este dato nos revela que, tristemente, a los habitantes de Clunia y sus alrededores en el siglo II les resultaban poco atractivas las obras de teatro, y en cambio preferían divertirse de una manera más sencilla y directa, por lo que "reciclaron" su viejo teatro, que durante algo más de un siglo había servido para sus fines culturales literarios y musicales.

Y lo reconvirtieron en un edificio destinado a espectáculos cruentos: sabemos que argollas, como la que contenía la piedra que estamos comentando, servían para amarrar a ellas a animales salvajes (leones, panteras,...) que sólo podían moverse hasta donde llegaba la cuerda que los ataba (espectáculos de este tipo se siguen haciendo en las fiestas de algunas localidades de España, como los conocidos "toros de cuerda", en donde se amarra a un toro por las astas y se le permite moverse sólo en la distancia de la cuerda que lo sujeta). Para garantizar la seguridad de los espectadores, en la reforma se eliminaron las primeras cuatro filas de la cavea, sin duda para crear un perímetro de seguridad entre las bestias y el público (tengamos en cuenta además, que era costumbre que las autoridades locales disfrutasen de estos espectáculos sentados en las primeras filas, por lo que no se podía correr el riesgo de que algún león se soltase y acabara con la vida de algunas de las principales autoridades de la ciudad... ).

Como a través de la historiografía sabemos que a finales del siglo IV d.C el emperador romano Teodosio el Grande prohibió la celebración de los juegos de gladiadores, los habitantes de Clunia debieron de disponer de unos dos siglos para usar el edificio para estos espectáculos. Después, perdida su función, el edificio y la ciudad fueron abandonados, hasta que en el siglo XX la arqueología empezó a redescubrir la antigua ciudad de Clunia.

En fin, creo que tenéis aquí una prueba más de cómo la epigrafía, colaborando con la arqueología, la filología y la historiografía nos permiten entender mejor el pasado, nuestro pasado, lo que nos lleva a entender mejor nuestro presente y nuestra cultura actual.

Termino diciendo que como podéis ver en las fotografías que pongo debajo, el edificio ha sido rehabilitado (y parcialmente reconstruido) para devolverle su uso primitivo, y en la actualidad en él se representan obras de teatro (no sólo de teatro romano) y espectáculos musicales. Observad en las fotografías que la losa de piedra blanca que ha dado lugar a mi comentario está situada en el centro de la orchestra:







viernes, 4 de julio de 2014

MISTERIOS SIN RESOLVER.



Suelo insistir mucho a mis lectores en cómo la epigrafía puede ser un instrumento enormemente útil al servicio de otras ciencias para resolver determinadas cuestiones de índole histórica.
Sin embargo, no puedo negar que la epigrafía no nos da siempre respuestas, sino que también nos plantea preguntas, muchas de ellas, desgraciadamente, para las que no hallamos respuesta actualmente y quizá en algunos casos no encontremos respuesta nunca.

Como uno de los miles de ejemplos que podría poneros de esto, voy a comentaros la fotografía de la parte superior de esta entrada, que es de una reproducción de una estela funeraria, reproducción que me regaló mi amigo Gabriel Allende (que ya disfruta de su jubilación, pero que ha pasado gran parte de su vida entregado a la reproducción de esculturas en su propio taller, y a quien siempre estaré agradecido por las reproducciones que me ha regalado y por las interesantes conversaciones que mantenemos siempre que nos vemos).

La estela funeraria original se encuentra a unos dos kilómetros al noroeste de un pueblo de la Rioja llamado Villoslada de Cameros, sobre un "podium" de cemento que el ICONA construyó en los años ochenta para fijarla en el mismo lugar del hallazgo, un paraje llamado el cerro de San Cristóbal. Su estado de conservación es bastante deplorable, como puede observarse en la siguiente fotografía del original hecha "in situ" por D. Alberto Tamayo en 1997:


Es una estela pequeña, pues no llega a tener un metro de altura y apenas medio metro de ancho. Pero posee todos los elementos característicos de este tipo de monumentos funerarios: cuerpo rectangular, rematado en este caso por otro cuerpo triangular en cuyo centro aparece un típico signo astral (un disco de cinco radios). En el rectángulo se distinguen dos campos: el superior es anepígrafo y figurativo, con la representación de tres seres antropomorfos prácticamente idénticos (en cada uno se distingue la cara del cuerpo, quizá cubierto por una especie de túnica, y además aparecen los brazos en cruz, uniéndose los tres seres a la altura de los brazos -las manos no se distinguen- como si estuvieran realizando una especie de danza). 

En el campo inferior aparece enmarcada una inscripción en letras capitales latinas, hoy en día casi ilegible por la erosión a la que ha estado expuesto el monumento. Aunque algunas letras no son seguras, la inscripción, según se lee en la pequeña reproducción que hizo mi amigo Gabriel,  podría leerse así:

D · M · M · A P
F A P M E N V E
E V O P · A · O I A
O I T A N O E S E ·
A N N X I I

No cabe duda, por las características de estilo descritas, de que se trata de una estela funeraria, por lo que las tres primeras letras con seguridad son las abreviaturas de la expresión latina DIS MANIBUS MONUMENTUM (es decir: "Monumento - consagrado- a los dioses Manes). Pero a partir de aquí resulta imposible interpretar su lectura, excepto en la última línea, en donde se puede entresacar la expresión ANN(ORUM) XII (es decir: "de doce años") que nos revelaría la edad del difunto.

Y poco más. Seguramente el resto se trata de palabras o abreviaturas de palabras de la lengua indígena que se hablaba en la zona, de la que sabemos a través de otras fuentes que estaba ocupada por celtíberos, es decir, celtas "iberizados", que hablaban lengua celta pero que imitaban a los iberos en ciertos aspectos, como la escritura, pues los demás celtas en general desconocían la escritura. Los celtíberos en algunos casos usaron las letras latinas para escribir pequeños textos en su lengua sobre piedra, por lo que ese texto quizá nos informe del nombre del difunto y de la tribu a la que pertenecía, como solía ser la costumbre. Pero nuestro desconocimiento de las lenguas celtíberas actualmente es enorme, y sólo podemos conjeturarlo. Las tres figuras abrazadas del campo superior quizá representen a algunos dioses (o diosas) locales, pero realmente tampoco lo podemos saber con seguridad. Sí podemos afirmar por la comparación con estelas de este tipo, que  este monumento se debió de fabricar hacia el siglo II d.C. 

Casi todo en este monumento epigráfico, como en muchos otros,  son...misterios sin resolver.