"Epigrafista" es la persona aficionada o versada en epigrafía (y la epigrafía es la ciencia que estudia los textos escritos sobre materiales duros - piedra, metal).

La epigrafía nos pone en contacto con las ideas de nuestros antepasados sin intermediarios, sin manipulaciones. Los textos en papel, (que los estudia la paleografía), en cambio, de tanto copiarse suelen contaminarse con aportaciones de sus respectivos copistas.



Bienvenidos a mi mundo, al mundo de EL EPIGRAFISTA.

sábado, 8 de diciembre de 2012

LA "HEDERA DISTINGUENS".

  

  Una de las maneras más llamativas de separar las palabras en los textos epigráficos es el uso de lo que los romanos llamaban la hedera distinguens, es decir, el dibujo de una hoja de hiedra para distinguir las palabras

  Habitualmente se limitaban a separar las palabras con el sobrio signo de interpunción colocado a media altura, pero si el lapicida era más "barroco" usaba estas hojas de hiedra.

  La lectura del texto de esta estela funeraria es muy sencilla: el difunto es un tal Lucio Pompeyo Saturnino, tras cuyo nombre encontramos la primera hedera  de un tamaño bastante grande. Sin duda, un ciudadano libre, de nombre muy común.

  Observad sin embargo el descuido del lapicida, al que se le había pasado poner la primera "n" del cognomen, y que inserta a posteriori en tamaño mucho más pequeño, porque ya no tenía espacio.

   A continuación la edad: murió con 50 años exactos (la cifra viene enmarcada entre dos hojas de hiedra).

  El texto de la inscripción termina con el clásico hic situs est, separado de nuevo con otras dos hederae, es decir, "aquí yace (el difunto)", por lo que sus restos estarían junto al monumento funerario.

  Alrededor del cartel que contiene la inscripción la decoración nos confirma el barroquismo del autor, que rellena todo el espacio de la estela funeraria (horror vacui, es decir, no quiere que queden espacios sin decorar).

La inscripción la fotografié también en el Museo de Burgos.

sábado, 18 de agosto de 2012

Fervor local

      Habitualmente os presento epigrafía funeraria, pero hoy toca epigrafía votiva. Los monumentos votivos tienen la finalidad de "liberar" a un individuo de una promesa hecha a una divinidad: por ejemplo, un enfermo podía en su enfermedad prometer a un dios que si le ayudaba a curarse le dedicaría un monumento como exvoto u ofrenda, y si se cumplía la promesa el individuo se liberaba del compromiso contraído con el dios correspondiéndole con la dedicación de un monumento de agradecimiento. Los monumentos votivos presentan unas inscripciones características, en particular suele aparecer la fórmula VSLM (votum solvit libens merito = gustosamente cumplió con merecimiento su promesa).
    En esta fotografía tenéis un claro ejemplo de este tipo de monumento, también del museo de Burgos. Para empezar, se trata del soporte más habitual para este tipo de monumentos, un ara votiva. Son semejantes a las aras rituales que ya os expliqué (mirad la entrada del 7 de agosto), pero de tamaño más pequeño (los epigrafistas solemos llamarlas "arulas" para distinguirlas).
   La inscripción en latín dice: MATRIBUS ENDEITERIS FELIX PRISCAE, seguida de la fórmula votiva comentada líneas arriba. Es decir, está dedicada "a las madres Endeiteras": es frecuente encontrar en la Galia y en la mitad norte de Hispania exvotos relacionados con diosas veneradas como madres (quizá era una costumbre celta, desde luego prerromana) , que en cada localidad reciben un sobrenombre determinado. En Clunia (de donde procede este monumento) se debía venerar a estas madres con esta advocación (sólo en esta ciudad se ha registrado este culto). Esta práctica religiosa de veneración a grandes diosas madres debió de favorecer la aceptación de los hispanorromanos al cristianismo, en particular para asimilar fácilmente el culto a la Virgen María, a la que en España se la suele nombrar también con denominaciones locales (la Virgen del Camino, la Virgen del Pilar,..). Por tanto, estaríamos ante la adaptación de una costumbre pagana al cristianismo español.

   La dedicatoria la hace un hombre llamado simplemente FELIX, lo que nos asegura que se  trataba de un esclavo, cuyo nombre sólo comprende un elemento (a diferencia de los tria nomina de los ciudadanos libres). A los esclavos se les solía cambiar el nombre indígena por otro en latín: pero los nombres que les ponían tenían guasa...solían ir referidos a significados contrarios a la situación de los esclavos...es frecuente llamarle a un esclavo "felix", es decir, "feliz", cuando la situación real de los esclavos tenía muy poco de feliz... De este esclavo sólo se nos da un dato, el nombre de su propietaria, una mujer llamada "Prisca", nombre bastante común.

  Resumiendo, la traducción completa sería: "Félix, (esclavo) de Prisca, cumplió gustosamente con merecimiento su promesa (hecha) a las Madres Endeiteras".

  Y ahora un espacio para la imaginación, pues este monumento no nos da más datos: ¿qué promesa es la que este tal Félix, esclavo de Prisca, le hizo a las Madres Endeiteras? Siendo una promesa hecha a unas diosas madres, puedo imaginar que fuera una promesa quizá hecha para que su propietaria, que le trataba muy bien, se convirtiera también en madre...Prisca quedó embarazada, y Félix dedicó un monumento a las diosas que le habían ayudado en agradecimiento. Bueno, esto último me lo he inventado, pero un buen escritor desde aquí quizá podría desarrollar una novelita histórica...


sábado, 11 de agosto de 2012

Vidas anónimas


    Por más que los romanos se esforzaban por evitar la segunda muerte, la del olvido, el paso inexorable de los años y de los siglos demostró que todos sus esfuerzos por conseguirlo fueron inútiles. De las más de 300.000 inscripciones latinas que tenemos, no llega al 1% el de aquellas cuyos nombres asociamos a vidas de famosos romanos: la inmensa mayoría corresponden a ciudadanos anónimos, y en las propias lápidas solemos encontrar poco más que el nombre del difunto, lo cual tampoco ayuda a reconocer a alguien que quizá en vida pudo disfrutar de popularidad o de alguna clase de éxito social, o por haber hecho algo notable.
     La estela funeraria que os presenta hoy el epigrafista, perfectamente conservada, se asocia a una de esas miles de vidas anónimas que de algún modo construyeron la auténtica historia de la Hispania romana. También se encuentra en el Museo Arqueológico de Burgos. Es una estela completa, decorada en la parte superior con el símbolo astral de la rosa hexapétala, símbolo propio del paganismo romano.

    El cartel central presenta una inscripción hecha por un lapicida bastante descuidado (líneas torcidas, tamaño desigual de las letras,...), lo que indica probablemente que es una producción de un taller indígena. Sin embargo, la onomástica que encontramos es muy "romana": la difunta es una tal Cassia Flavia, hija de un hombre (quizá un liberto, dado que no aparecen los "tria nomina") llamado Cassius Flavius.
   El único dato que se aporta sobre la difunta es la edad a la que murió, 35 años. Hoy en día diríamos que murió joven, pero en el mundo antiguo esa edad estaba más o menos en la esperanza de vida media.
   A partir de aquí el monumento funerario no nos permite conocer más sobre esta mujer.

                                                                       Una vida anónima.

martes, 7 de agosto de 2012

Júpiter, el mejor y el más grande

   Aunque los romanos eran politeístas (el escritor Varrón llegó a nombrar ¡30.000 dioses romanos!), había uno al que consideraban el más grande: Júpiter. Es un dios de origen indoeuropeo: su nombre se formó sobre las palabras "Dyeus" (la misma raíz que en griego dio lugar al nombre "Zeus" y que en la misma lengua latina generó también la palabra "dies", el día, porque Dyeus en origen era el dios del día)y la palabra "pater", porque los romanos le veneraban como el padre de todos los dioses.  
   Así, "dyeus+pater" dio lugar a la palabra Iuppiter (Júpiter). En este caso vemos su nombre inscrito en un ara (altar de sacrificio). Las aras son bloques cuadrados de piedra que en la parte superior disponían de un pequeño hueco o platillo (como se aprecia en la fotografía de debajo) en el que un sacerdote depositaba o quemaba objetos asociados a los rituales de sacrificio en homenaje a los dioses.
Este altar está también en el Museo de Burgos.

Aquí aparece en dativo la fórmula típica un tanto "rimbombante"  de veneración a este dios:
IOVI OPTVMO MAXVMO:  a Júpiter, el mejor, el más grande.

miércoles, 18 de julio de 2012

Amor de madre


Otra estela funeraria del Museo Arqueológico Provincial de Burgos que me llamó la atención fue ésta que una mujer llamada simplemente Anna dedicó a su hija Albina, muerta a los 16 años de edad.
Prueba del dolor que debió de sentir esta mujer por la muerte temprana de su hija es que mandó que en la estela se añadiera años después la fórmula "et sibi" al final del texto.  
Cuando murió, Anna quiso que sus propios restos se colocaran junto a los huesos de su hija, y así al pie de la estela descansasen ambas protegidas por sus dioses manes, juntas para siempre.

domingo, 24 de junio de 2012

Un castellano viejo


   Son muchas las sorpresas que uno puede encontrarse en el magnífico Museo Arqueológico Provincial de Burgos. Entre ellas este cipo funerario en un estado de conservación excelente, procedente de la ciudad romana de Clunia (junto a Coruña del Conde, Burgos).
   Los cipos funerarios servían para honrar la memoria de personas especialmente queridas por sus familiares.
   El texto traducido sería: "A los dioses manes. Marco Valerio Paterno Vatrico y Valeria Titula a su hijo muy respetuoso Lucio Valerio Marciano, de la tribu Galeria, muerto a los 29 años".

  La tribu Galeria era un clan muy extendido en toda la "Provincia Tarraconensis", pero el apellido Vatrico sólo se ha encontrado en tumbas de la ciudad de Clunia, por lo que estamos hablando de una familia muy castellana...de hace casi 2000 años. Es además un apellido indígena, por lo que se trata probablemente de una familia asentada en esos lugares antes de la llegada de los romanos.


   Por alguna razón (que no me cuesta imaginar) los padres de este joven muerto en la flor de la vida decidieron dedicar a la memoria de su hijo este monumento funerario de cuatro caras.

  En las caras laterales hay una decoración de motivos vegetales muy típica del mundo funerario.
   En el reverso aparece un delfín, pues los padres consagraron el alma de su hijo al dios Neptuno, dios de los mares y de la corteza terrestre:


Por el estilo y el tipo de letras este monumento debió de construirse en el siglo II d.C.

viernes, 30 de marzo de 2012

Miles gloriosus (o el soldado fanfarrón)




Para bien o para mal, Roma se hizo grande por el poder de sus legiones. Y las legiones romanas estaban formadas por hombres orgullosos de pertenecer al ejército más fuerte del mundo. Hombres orgullosos, a veces engreídos, como el personaje de Pirgopolinices, el protagonista de la célebre comedia en la que Plauto retrató el arquetipo de esos soldados fanfarrones que debían abundar en el momento en el que él estrenó la obra, en los años finales de la segunda guerra púnica.
Pero sin esos fanfarrones quizá Roma no habría podido invertir el sentido de aquella guerra y tal vez hubiera caído en manos de Aníbal.
Imagino así a Sulpicio Placidino, el soldado hispano muerto a los 55 años para cuya tumba su liberto Sulpicio Mesor encargó esta barroca lápida cargada de símbolos militares, símbolos de los que quizá presumía en vida su patrono.

lunes, 6 de febrero de 2012

Un contubernio



Los esclavos también se morían: esta afirmación puede parecer estúpida, pero como casi todas las inscripciones que comenta el epigrafista son de ciudadanos libres no está de más decirlo.
Según las leyes romanas, los esclavos ni siquiera eran considerados personas, eran res,es decir, "objetos". Por ello sus relaciones sociales no tenían ningún reconocimiento legal. Ni siquiera podían casarse, aunque se les permitía tener una compañera a la que se le llamaba contubernal.
Esta unión "de hecho" entre esclavos se conocía entonces como un contubernium.
Lyda y Thaumasto fueron dos esclavos griegos de Asturica (Astorga, León)que estaban vinculados por un contubernio. Lyda había servido como esclava a un ciudadano libre de Astorga llamado Quinto Luso Saturnino, pero la muerte la sorprendió con tan sólo 28 años.
Thaumasto, desconsolado, dedicó esta placa de mármol a la memoria de su joven compañera. Quizá Thaumasto era esclavo del mismo ciudadano que Lyda y quizá con la ayuda de Saturnino costeó este monumento funerario.
Thaumasto y Lyda, por su nombres, eran esclavos de origen griego. Al menos Lyda conoció la muerte en las frías tierras al pie de la Cordillera Cantábrica, muy lejos de las cálidas tierras griegas que la habían visto nacer...

viernes, 3 de febrero de 2012

UNA INSCRIPCIÓN QUE DESPISTA


Uno de los edificios más impresionantes del mundo es el llamado Panteón de Roma. La cúpula de este templo mide unos 43 metros de diámetro y de altura tiene la misma medida, por lo que esa cúpula constituye una semiesfera perfecta. Hoy en día sigue siendo la cúpula de hormigón más grande del mundo (más incluso que la de la cercana Basílica de San Pedro).
La inscrición que aparece en la fachada del edificio es ésta:
M.AGRIPPA.L.F.COS.TERTIVM.FECIT: Marco Agrippa, hijo de Lucio, (lo) hizo en el tercero de sus consulados.
La inscripción alude al yerno de Augusto, Marco Vipsanio Agripa, y héroe de la gran batalla naval de Actium (31 a.C.), en la que la flota de Marco Antonio sufrió una derrota que dejó el terreno libre para que Augusto se hiciera con el mando único en Roma. Efectivamente existen noticias de que Agripa mandó construir un templo dedicado a la "divina" familia de los julios, en honor de su suegro, en el año 27 a.C.
Pero la inscripción es engañosa: sabemos que ese templo fue destruido por un incendio en el año 80 y por tanto lo que vemos hoy en día es la impresionante reconstrucción que mandó hacer el emperador Adriano hacia el año 125. Fue en esta reconstrucción en la que se realizó la admirable cúpula del edificio.
Así que la inscripción despista, pues es de lo poco que sobrevivió del primer edificio y puede hacernos pensar que el edificio que vemos actualmente es de finales del siglo I a.C. cuando en realidad es de comienzos del siglo II d.C. Al emperador Adriano no le gustaba llamar la atención y dejó la vieja inscripción de Agripa sin sustituirla por una nueva con su propio nombre. También en epigrafía las apariencias engañan.
El nombre de Panteón es relativamente moderno, porque ignoramos cómo se llamaba tras su reconstrucción. Parece que estaba dedicado a los cinco planetas visibles para los romanos más el Sol y la Luna, que estarían representados en las siete hornacinas que figuran en la base de la cúpula.
El día que me hice la foto que veis arriba estaban restaurando la fachada y la inscripción no podía leerse completa.
Sólo por ver este templo ya se justificaría una visita a Roma.

lunes, 23 de enero de 2012

De profesión: inspector del vuelo de las aves



En el pequeño museo local de Astorga (León), la antigua Asturica Augusta de los romanos, encontré esta estela funeraria en la que me llamó la atención la profesión del difunto: avium inspex, inspector del vuelo de las aves.
Los romanos tenían la creencia de que las aves, únicos animales situados entre el mundo de los hombres, la tierra, y el mundo de los dioses, el cielo, eran portadoras de mensajes secretos que los dioses enviaban a los hombres para informarles de su futuro. Como las aves no hablan, comunicaban sus mensajes a través de la forma de su vuelo.



Por eso se hacía necesaria la existencia de personas capaces de interpretar los mensajes que los dioses nos enviaban, personas que supieran "leer" en el vuelo de las aves la voluntad de los dioses...

La estela funeraria nos da otro curioso detalle: el adivino Lucio Valerio Aucto era tartamudo. Debía de resultar bastante cómico escuchar las predicciones de este personaje mientras tartamudeaba.

En todo caso, parece que para interpretar el vuelo de las aves no era requisito "tener facilidad de palabra".

viernes, 6 de enero de 2012

LA SEGUNDA MUERTE

Los romanos creían que los seres humanos moríamos no una, sino dos veces. Además de la muerte como ahora la entendemos, la muerte física, ellos decían que había una mors secunda, una segunda muerte, mucho más definitiva que la muerte física: era la muerte en el olvido, cuando ya no queda nadie vivo que se acuerde ni del nombre del difunto.
Esta segunda muerte era la que más temían los romanos. Para librarse de esta muerte la solución era grabar el nombre del difunto en el único material que parece soportar bien el paso del tiempo: la piedra. Pero eso no era suficiente: el propósito final era conseguir que alguna persona que pasase junto a la piedra grabada la leyera (evidentemente en voz alta: en el mundo antiguo sólo se leía en voz alta, la lectura en voz baja es algo relativamente moderno). Al leerla y pronunciar el nombre del muerto era como si lo "resucitase" y le mantuviera alejado de la segunda muerte.
Esta es la razón por la que los romanos colocaban a sus muertos en las vías de acceso de las ciudades, junto a los caminos (no en espacios cerrado, como los cementerios actuales). Lo hacían con la esperanza de que los caminantes se detuvieran a leer los nombres de los difuntos. Es curioso, pero antes de entrar en una ciudad romana esta costumbre te obligaba a pasar junto a sus muertos antes de comunicarte con sus habitantes vivos. También es la razón por la que los romanos no colocaban como nosotros las piedras sobre los cuerpos de los muertos, como hacemos actualmente, sino que las ponían en posición vertical detrás del muerto para facilitar la lectura al caminante.


El tipo de piedra o lápida más común es la estela funeraria, como la que veis en la foto: una piedra que tiene la parte superior en forma de semicírculo o triangular, conteniendo en esa parte símbolos astrales relacionados con la creencias religiosas romanas, como la rosa hexapétala (rosas de seis pétalos, a veces de ocho como en la de la imagen). Debajo, en el centro de un enorme rectángulo, se coloca el cartel con la inscripción con los datos del difunto. La parte inferior, fuera del cartel, quedaba oculta bajo la tierra, ya que era el soporte de la estela.
La que veis en la imagen se encuentra en los Museos Capitolinos de Roma. En la primera línea se lee la típica dedicación Dis Manibus que nos advierte de que estamos ante un espacio consagrado a los Dioses Manes.
Los dioses Manes eran una especie de ángeles de la guarda que acompañaban a las almas de los difuntos en su viaje al infierno y protegían también los restos físicos del difunto: al invocarlos, se está haciendo una advertencia al lector de que está ante un espacio sagrado y por tanto inviolable.
El difunto, en este caso llamado Lucio Nonio Marcial (los tres nombres lo identifican socialmente como un ciudadano libre), sirvió como soldado de la guardia imperial durante 22 años y 6 meses (la precisión con la que se refleja este dato nos hace pensar en lo orgulloso que debía de sentirse en vida con esta profesión) y que vivió en total 49 años.
Es curioso que a continuación vemos que la tumba la pagó una mujer llamada Nonia Fortunata, que se nos dice que era liberta (LIB) del difunto: es decir, que el difunto había sido su "patronus" (los esclavos podían ser liberados por sus dueños, y entonces el esclavo pasaba a ser liberto y su antiguo propietario se convertía en su patrono). Sin duda su nombre de esclava había sido Fortunata (qué ironía que una esclava se llamase "Afortunada", situación muy alejada de la realidad que vivían los esclavos), y cuando Lucio Nonio la manumitió le antepuso su "nomen" familiar, de ahí lo de Nonia. Se ve que Nonia debía de estarle muy agradecida a su patrono por haberla liberado, por lo que costeó la tumba de su patrono y añadió que su patrono bien se lo merecía.
Nonia sentía que tenía una deuda moral con su patrono, por lo que de esta forma intenta salvarle de la segunda muerte.

jueves, 5 de enero de 2012

S.P.Q.R.


Ya veis, se lleva uno a su hija a Roma para que conozca las grandes maravillas del pasado de esta ciudad, y lo que más le llama la atención es una tapa de alcantarilla de la Roma actual.
Eso sí, las palabras siguen siendo las que los romanos usaban antiguamente: S.P.Q.R., el Senado y el pueblo romano. En el pasado ese acrónimo era tan potente como pueden ser para nosotros hoy en día las siglas U.S.A., y venían a representar algo parecido: el símbolo que evoca la primera potencia mundial.
(En la foto podéis haceros una idea del tamaño si os fijáis en la bota de mi hija).

lunes, 2 de enero de 2012

Cartel del arco de Constantino (Foro de Roma, Italia)




Si en la entrada anterior os hablaba del arco de Tito, hoy toca otro muy próximo al Foro romano: el arco de Constantino. Desde el Coliseo, del que dista sólo unos metros (como podéis apreciar en la primera foto, en la que estoy apoyado en una ventana del Coliseo), junto a la Via Triumphalis que terminaba en el Foro, llegamos a este elegante arco de triunfo. Fijaos en la inscripción del cartel del arco:
IMP · CAES · FL · CONSTANTINO · MAXIMO · P · F · AVGUSTO · S · P · Q · R · QVOD · INSTINCTV · DIVINITATIS · MENTIS · MAGNITVDINE · CVM · EXERCITV · SVO · TAM · DE · TYRANNO · QVAM · DE · OMNI · EIVS · FACTIONE · VNO · TEMPORE · IVSTIS · REM-PVBLICAM · VLTVS · EST · ARMIS · ARCVM · TRIVMPHIS · INSIGNEM · DICAVIT
Al Emperador César Flavio Constantino, el más grande, pío y bendito Augusto: como él, inspirado por la divinidad, por la grandeza de su mente, con su ejército ha liberado el estado del tirano y de toda su banda al mismo tiempo, con justas armas, el Senado y el Pueblo de Roma le han dedicado este arco, decorado con triunfos.
.

El tirano al que hace referencia es el emperador Majencio, que fue derrotado por Constantino en la batalla del puente Milvio a principios del siglo IV, poniendo fin definitivamente a la tetrarquía que Diocleciano había creado apenas 20 años atrás. Antes de la batalla una leyenda cuenta que Constantino tuvo una visión en la que vio una gran cruz en el cielo y escuchó unas palabras: "in hoc signo vinces" (vencerás bajo este signo). Mandó colocar una cruz en los escudos de sus soldados y efectivamente derrotó a Majencio. De ser cierto, sería la primera vez en la historia en que los cristianos utilizaron la cruz como su símbolo, que curiosamente habría aparecido no como un símbolo de paz, sino de guerra(!). Ciertamente parece que el emperador Constantino simpatizaba con los cristianos, muy numerosos ya en esta época, aunque parece poco probable que él mismo se convirtiera al cristianismo (en el propio arco hay un relieve que lo representa celebrando un sacrificio ritual pagano: una "suovetaurilia", es decir, el sacrificio de un cerdo, una oveja y un buey, ritual típico del paganismo). De hecho el célebre Edicto de Milán del 313 lo que proclamó fue una libertad de culto en el Imperio, que indudablemente favoreció a los cristianos, pero el Imperio en sentido estricto siguió siendo pagano unos 80 años más: será el emperador Teodosio el que hará del cristianismo la religión oficial del Imperio.
Las palabras que aparecen en el arco que se traducen como "inspirado por la divinidad" se han querido ver como un guiño hacia los cristianos...pero somos más los que pensamos que se corresponden mejor con la deliberadamente ambigua política religiosa de los emperadores precristianos.